Regresando a Tacolandia
- Daniela Pacheco
- 16 oct 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 20 ene 2021
Vamos a aclarar un punto muy importante, esto no es juego; las mudanzas internacionales son como dice Enrique Iglesias, toda una experiencia religiosa. Pero no se espanten, no creo que mueran en el intento; solo perderán un poco la paciencia junto con la aparición de un par de canas verdes. A pesar de eso, les contaré paso a paso mi proceso de cruzar el charco Atlántico de la mejor manera.

Para empezar, tomar la decisión de regresar a mi país no fue del todo sencillo, ya que de alguna forma ya empezaba a tener una vida: amigos, trabajo y mi espacio. Poner en balanza lo que has logrado por tu cuenta y de alguna forma arriesgarte a volver a empezar, es complicado. Pero los que ya me conocen, saben que lo mío o “mi mero mole” es viajar y conocer; y era momento de viajar a México y volver a retomar lo que alguna vez fue parte de mi día a día. Desde la familia y la vida social, así como también adaptarse a lo bueno y lo malo del entorno.
Tomada ya la decisión y con un boleto confirmado, era un hecho mi regreso; por lo que el siguiente paso era anunciar mi partida a todos aquellos que fueron parte de esta gran aventura y anunciar a aquéllos quienes estaban en México, que la espera había terminado: este monumento iba de regreso a su país.
Ahora pasamos a lo que todos esperaban, lo técnico y lo más obvio, pero no tanto, las maletas. Seré clara, no todos tenemos posibilidad de pagar peso extra ó 5 maletas de más para un vuelo. Por lo que me puse como meta meter mi vida de dos años en tres maletas, una back-pack y un bolso; no más. El siguiente paso es hacer un proceso de depuración estilo Marie Kondo y decirle adiós a todos los objetos que ya no serían parte de tu equipaje.
El segundo paso es jugar Tetris, o sea, hacer que quepa todo en las maletas sin pasarte de los 23 kilos que la aerolínea pone como límite y que evidentemente, la maleta cierre sin problemas. Suena divertido y ya te veo diciendo “yupi”, pero después de hacer y deshacer las maletas varias veces, esperas que hayan cobrado vida y se hagan solas. Recomiendo 100% conseguir una báscula de maletas, así no te andas arriesgando a tantearle y toparte con la sorpresa en la documentación que tienes que pagar de más por el peso extra.
Todo va viento en popa: maletas hechas, pasaporte en mano y ropa cómoda para viajar. Seamos realistas, vuelos de más de cinco horas no es para que te propongas un fashion week airport style. Lo mejor es llevar ropa cómoda dada la cantidad de horas que estarás sentado con 5 centímetros de espacio personal, y entre menos lleves puesto mejor. No quiero ni ver tu proceso para pasar seguridad y mucho menos dónde demonios meterás los cuatro abrigos que no cupieron en las maletas y optaste la estrategia de la cebolla: capas de ropa.
Viajar puede ser algo estresante y más si son viajes internacionales en los que tienes que estar tres horas antes de la hora de despegue. Yo me estreso y luego existo, por lo que al sitio de taxis que contraté para llegar al aeropuerto le marqué cinco veces para confirmar el traslado. Lo sé, debí de haberle comprado unos chocolates al conductor. Pero es que los nervios y la emoción se apoderaron de este bello cuerpo y grandiosa mente.
Llegando a México con mi carrito lleno de maletas estilo Harry Potter, por fin pude ver a mi familia y la adrenalina y el estrés desaparecieron. Por supuesto después de tantas horas de vuelo, aduana y procesos de seguridad, el nivel de agotamiento era abismal. Sumar 2+2 era un reto de conexión para mis neuronas y mi párpado brincaba como si no hubiera un mañana. Obviamente era necesario tener un gran cierre para este viaje, así que por supuesto que llegué a comer comida mexicana: no nachos, no burritos ni mucho menos chili con carne, sino un grandioso chile en nogada.

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