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Vamos por buen camino, 2021

  • Foto del escritor: Daniela Pacheco
    Daniela Pacheco
  • 5 mar 2021
  • 2 Min. de lectura

Hola, tú… sé que hace mucho no nos vemos, pero quería contarte algo: me he vuelto a enamorar. Y aunque no haya funcionado, estoy en paz.


Pensé que después del último acontecimiento amoroso, jamás me volvería a sentir así. Me refiero a los nervios de no saber cómo hablar o qué decir, o hasta ruborizarme de las cosas más estúpidas. ¡Dios! Realmente lo sentí: sentí que mi entorno era rosa, como esas películas que odio ver, porque a mis ojos son irreales; tan irreales que el gusto solo me duró dos semanas. El suficiente tiempo para darme cuenta de que a pesar de tener un fracaso más en la lista, hay espacio en mi vida para amar a alguien más que no sea yo.


Por supuesto, no ansío tener un compañero o compañera, pero no estoy cerrada a la idea. La idea de que merezco un gran amor: épico, pero no tóxico; lleno de paz y diversión. Jamás podrán faltar las risas y lágrimas, incluyendo los abrazos y las anécdotas que no podrán ser borradas de mi memoria de teflón.




Deseo eso y mucho más, porque eso es lo que quiero dar. Dar un amor incondicional, maduro, sano y un tanto juvenil. En el que busque espacios para tener tiempos de calidad, donde pueda ofrecer un espacio de confianza en el que los sentimientos y la vulnerabilidad no sean juzgadas. Todo eso y un tanto más.


Y aunque no lo crean, es así como termina la maldición de pensar “quién en su sano juicio sería capaz de amar a un monstruo como yo”. Pues yo misma. Porque a final de cuentas, todos tenemos un monstruo interno que merece un amor, de esos que perdura hasta el fin de los recuerdos… o mil amores, si así lo desea uno.

 
 
 

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